Por
Alberto Alejandro Cano Coutiño
En
Tuxtla Gutiérrez se han abierto más cantinas que bibliotecas, en la capital sólo
hay 14 bibliotecas municipales y una biblioteca pública central ubicada cerca
del mercado cinco de mayo. En contraparte se estima que hay más de 7 mil
cantinas y otros negocios relacionados con la venta de bebidas alcohólicas. Ello
revela que, en la capital por cada biblioteca existen 467 cantinas y por cada cantina hay 83 habitantes en
promedio, tomando como base comparativa la Encuesta Intercensal 2015, realizada
por el INEGI. Por lo que el número de bibliotecas es la ínfima parte, comparado
con el número de bares y antros.
Debido
a esto, ya es común ver en el centro de Tuxtla o en las colonias, cantinas con
nombres estrafalarios como “el chavo”, “la biblioteca”, “la garrapata”, “el
tiburón de oro”, por mencionar algunas, seguidas unas de otras, como lo es el
caso de los Barrios Los Milagros y San Pascual, esto se ha convertido en una
pesadilla para los vecinos. La proliferación de cantinas y bares disfrazados
con el giro de “restaurantes familiares”, han desatado la violencia,
prostitución y asaltos, que ha impactado en las familias.
En
cambio las bibliotecas públicas pueden ser un instrumento educativo para la población,
y ante la inseguridad que vive el país, ser el principal aliado en la
reconstrucción del tejido social a través de la generación de formas de
convivencia comunitaria, de participación social y de recuperación de espacios
públicos.
La
ley de bibliotecas recientemente aprobada por el Congreso del Estado deberá impulsar el establecimiento,
equipamiento, mantenimiento y actualización permanente de las bibliotecas públicas
de Chiapas, la realidad es que éstas sobreviven en el olvido. Los diferentes
niveles del gobierno en el
ámbito de sus atribuciones legales deberán incentivar y apoyar a las
bibliotecas, las que tendrán que ser rescatadas del abandono y el olvido en el
que se encuentran y mejoren las condiciones salariales de quienes ahí laboran.
La
idea es que los alcaldes ya no autoricen más licencias para la instalación de
cantinas en las colonias. Estos permisos, deben limitarse estrictamente a los
sectores comerciales de cada ciudad y en cambio el establecimiento de
bibliotecas será una obligación para cada municipio.
Por
otra parte, está claro que en Tuxtla Gutiérrez y otros municipios hay pocas
bibliotecas, ante esta situación, está la propuesta que en la construcción de
nuevos fraccionamientos, sobre todo aquellos en los que se construyan al menos
500 casas, los desarrolladores tengan la obligación de donar al municipio un
local que será destinado específicamente para el establecimiento de una
biblioteca en el fraccionamiento, la operación de ésta estaría a cargo del
municipio.