Por Alberto Alejandro Cano Coutiño
Independientemente del formato, leer es lo importante. Impreso o digital, las ventajas y desventajas desaparecen cuando el contenido se disfruta.
Aunque en Chiapas no existe un estudio general para saber cuánto se lee, los libros digitales son una opción incipiente aún pero significativa para el fomento a la lectura, asegura Alberto Alejandro Cano Coutiño, presidente de la Fundación Chiapaneca para el Fomento de la Lectura y la Educación A. C. (Fundalec).
En 2016, los resultados de las encuestas realizadas por Módulo de Lectura (Molec), a través del INEGI, aseguran que los mexicanos leen 3.8 libros al año, una cifra baja comparada con Argentina, cuyo índice de lectura es de 4.6, España 7.7 y Alemania 12 libros por año: “El componente mayor de lo que se lee en México son los libros para la escuela el 63.6%, libros de literatura en general el 21.4%, y para el trabajo el 15%”.
Las opciones existen: impreso o digital, por lo que el fomento a la lectura resulta una labor importante, afirma Cano Coutiño: “El libro electrónico es una opción más de lectura, no compite como tal con el libro impreso. Sin embargo, es una tendencia nueva que aumenta, ya que editoriales como FCE, UNAM o Secretaría de Cultura están digitalizando libros y poniéndolos a la venta. Se trata de un futuro provisorio y sería una nueva opción. Sin olvidar la experiencia que ofrece el impreso; la magia que regala cada vez que abres uno”.
El representante de la asociación civil, creada en 2011, dice que para la lectura de libros digitales se requieren de dispositivos electrónicos, como los teléfonos celulares, tabletas y Kindle, por ejemplo, cuya adquisición en ocasiones se dificulta. Aunque reconoce que el consumo de libros contenidos en medios electrónicos o auditivos ha aumentado.
Catedráticos, por su parte, aseveran en torno al impuesto de libros electrónicos (e-book o eBook) y audiolibros (grabaciones de los contenidos de un libro leídos en voz alta), ya que por un lado la Ley del Impuesto al Valor Agregado (IVA) señala en el artículo 2-A, fracción I, que el impuesto se calcula aplicando la tasa del 0% a los valores a que se refiera dicha ley, cuando se enajenan libros, periódicos y revistas, y por otro lado estipula, en el artículo 9, que no se pagará el citado impuesto tratándose de la enajenación, así como el derecho para usar o explotar una obra, que realice su autor. Es decir, al comprar por Internet no se puede saber si se paga o no el impuesto.
Mientras que, en medios nacionales, la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana comparte su entusiasmo de que las librerías son aún un punto de encuentro por excelencia entre autores y lectores, y que han superado cualquier dificultad: “El riesgo es que cada día menos municipios del país tengan al menos una librería, porque las grandes cadenas tienen estudios de mercado e invierte donde ven posibilidades, pero el pequeño librero arriesga su capital por un proyecto cultural, sin que signifique que las primeras no lo tengan”.
En cuanto a los libros electrónicos, los empresarios coinciden en que hay inconvenientes aún, pues para ello se requiere una cobertura total en materia de dispositivos móviles (computadoras, tabletas, teléfonos inteligentes y otros), además de la infraestructura que lleve conectividad a todos, de modo que la “solución es tener libros físicos para prestar, regalar, comprar, y llevar a donde quiera. Para eso debe haber librerías en cada municipio del país, además de bibliotecas públicas dotadas de ejemplares que cubran todas las materias del conocimiento humano, porque el instrumento portátil por excelencia, la extensión del conocimiento, es el libro impreso”.
Actualmente, el 94 por ciento de los municipios del país carecen de una librería o una biblioteca pública, de las cuales existen casi siete mil en territorio nacional, con sus propias dinámicas económicas, de presupuesto, una situación en la que Fundalec destaca que las bibliotecas deberían ser el eje central de la educación; sin embargo, la mayoría se halla en la marginación porque no reciben apoyo.
El libro impreso y digital son dos opciones importantes en la lectura, cada uno con sus propias cualidades y contratiempos, y Chiapas es un terreno fértil para su promoción, aunque sus índices son bajos existen posibilidades, por lo que requiere del trabajo en conjunto entre asociaciones, empresarios y público en general.
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