México.-Milenio
El lugar común dice que entre el futbol y la cultura hay un abismo. Acostumbrados a ver a los jugadores con audífonos, incluso con grabadoras al hombro cuando termina un partido, resulta difícil imaginar a alguno de ellos con algún libro en la mano, más allá de que existan ciertas excepciones, la más conocida la de Jorge Valdano.
Entre las malas noticias que ha aquejado los últimos torneos al equipo de las Chivas Rayadas de Guadalajara, en su seno se desarrollan esfuerzos que han resultado exitosos, como el fomento del hábito de la lectura entre los jugadores de fuerzas básicas, a través de un programa que incluso ya fue reconocido a escala federal por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta).
“Los objetivos con los que comencé eran los mismos de la materia de lectura y redacción: en un principio quise hacerlos leer a como diera lugar, me llené de historias para contarles, pero en el camino me di cuenta que lo que pensaba sería pertinente para ellos, no sería así”, cuenta Carol Ann Johnson Lara, la profesora que en 2011 comenzó a impartir un taller entre alumnos de primero de preparatoria en la Escuela para el Éxito, dependiente del grupo Omnilife, a la que acuden los jóvenes elegidos para formar parte de las fuerzas básicas de la institución.
Con experiencia en la promoción de la lectura, sobre todo entre jóvenes, llegó a la escuela con la idea de que los alumnos serían muy distintos a los muchachos de otras instituciones educativas. Aquella idea con la que arribó se convirtió en uno de sus principales errores, porque no se dio la oportunidad de conocerlos.
“Estaba llena de prejuicios y a ellos les pasaba lo mismo con la materia que impartía, relacionada con lectura: estaban renuentes conmigo, porque la materia tenía que ver con leer, lo que representaba una actividad que para ellos no tenía sentido.
“En mí estaba todo el antecedente y pensaba ‘ellos son afortunados, tienen todo, mínimo que se acerquen a la lectura… en algún momento serán figuras públicas’. Pero la realidad nos trascendió y en el momento en que nos dimos chance de conocernos fue donde nos encontramos con muchas sorpresas”.
Para ello, Carol Ann Johnson debió enfrentar lo que parecía una verdadera batalla campal; así lo recuerda: “Ellos me aborrecían, yo lloraba antes de entrar a clase, no quería estar en ese trabajo porque cada actividad era recibida con las típicas burlas adolescentes, juegos, apatía”, y aun cuando reconoce con el tiempo que trabajaban mucho, prefirió renunciar.
Después de meditarlo, decidió darse otra oportunidad y regresó con una idea: les pidió que escribieran su historia como futbolistas, lo cual cambió su perspectiva hacia ellos. “Al leerlos conocí un mundo absolutamente distinto de lo que imaginaba, lleno de sacrificios de renuncia, de mucha tristeza y eso me hizo sentirme muy apenada con ellos, porque los juzgué sin darles la oportunidad de presentarse.
“Finalmente son jóvenes que han trabajado por conseguir algo desde muy pequeños. A partir de eso empezamos a dialogar de otra forma, a platicar, a hacer muchos ejercicios que tenían que ver con la escritura, porque contrario a la lectura, que les causa algo de roncha, la escritura no, algunos son muy buenos para escribir y empezamos a trabajar en eso”.
Seguían con la pelota en la mente, pero así llegaron a ellos poemas de Neruda y Sabines, que luego “se pirateaban para dárselos a sus novias”, cuentos de Quiroga, de Francisco Hinojosa; libros de la colección A la orilla del viento; incluso llevan a cabo lecturas en voz alta, porque ya le perdieron el miedo a la palabra, asegura Carol Ann.
“Hubo unos que se formaron más en el plano de la lectura, otros seguramente no llevan ahora un libro bajo el brazo, pero sí recuerdan las historias que les contaron y se interesaron en ellas. Por lo menos ya están más en paz con la lectura y creo que disfrutaron mucho algunos cuentos, muchos poemas, porque finalmente son enamorados irremediables”.
Algunos de sus alumnos pertenecieron a la Sub 17, ninguno ha llegado al primer equipo. Pero seguramente en algún momento estarán en la cancha, mientras Carol Ann sigue con su esfuerzo en su Taller de Lectura y Redacción.
CAMBIOS EN LA RELACIÓN
-Cuando Carol Ann comenzó a dar su taller tenía muy poco conocimiento de lo que era el universo del futbol; ahora está convencida de de que la idea de que el futbolista debe ser inculto, sin interés por otra cosa que no sea patear una pelota, ya no es vigente.
“Tuvimos mucho apoyo del club y hay ciertos entrenadores que creen que los futbolistas deben estar formados integralmente, que la carga académica también es importante. Ya no solo es el futbol por el futbol: que le den al futbol, que puede ser un gran sueño, pero que no descuiden todo lo demás”.
Si bien mantiene contacto con los alumnos de aquella generación de 2011, está convencida de que una vez logrado el primer acercamiento a los libros, resulta más fácil el trabajo que sigue; la primera dificultad estriba en acercarse al texto literario con gusto, que lo sientan como algo pertinente en su vida.
“Me afirmaban categóricamente que no les interesaba leer, que nunca lo iban a hacer y que no les servía para nada. Después nos dimos cuenta que leían mucho, que escribían mucho, que estaban llenos de señales, de cosas que seguir, que estaban inmersos en un mundo de cultura escrita”, dice Carol Ann Johnson Lara.
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