viernes, 4 de octubre de 2013

Semblanza de la Biblioteca Universitaria de Chiapas


Arquímedes Rosemberg López Roblero

El Heraldo de Chiapas.- La palabra impresa permite a los hombres de hoy entrar en contacto con la historia, conocer nuestro origen y patrimonio, nos da la posibilidad de conocer las diversas formas en que los hombres responden a los problemas que la existencia plantea, la filosofía, la ciencia, la técnica, la literatura, el arte y las costumbres; y toda esta riqueza está impresa en los libros, lista para informar, para formar o para recrear a quienes quieran acceder a ellos.

Como consecuencia de la implementación del Programa Nacional de Bibliotecas Públicas en 1982, por las autoridades gubernamentales: Miguel de la Madrid Hurtado, presidente de la República; Miguel González Avelar, Secretaría de Educación Pública y Ana María Magaloni, directora general de Bibliotecas, se dieron las condiciones para construir en la entidad, la Biblioteca de la Universidad Autónoma de Chiapas (Unach). En Chiapas el gobernador era el general Absalón Castellanos Domínguez; el secretario de Educación, Javier López Moreno y el secretario de Obras Públicas y Desarrollo Urbano, José María López Sánchez.


Semblanza

Mi participación en esta historia se inicia en la Ciudad de México, el catorce de agosto de 1983, cuando se comunica por teléfono conmigo Jorge Ciro Jiménez Ocaña, secretario académico de la Unach, y me invita desayunar al día siguiente en el restaurante de la tienda Samborns Insurgentes. En esta reunión participa también el entonces rector Heberto Morales Constantino y me plantean que los acompañe a la Biblioteca Nacional en donde tenían una cita con la directora María del Carmen Ruiz Castañeda y la directora el Instituto de Investigaciones bibliotecológicas, Gloria Escamilla González, en donde se comenta la intensión de construir una biblioteca en el estado de Chiapas y se les solicita su asesoría.

Posteriormente nos trasladamos al Colegio de México y solicitamos entrevistarnos con el Ario Garza Mercado, director de la Biblioteca "Daniel Cosio Villegas". Se plantea lo mismo y también se le solicita la asesoría, en las dos reuniones anteriores se les aconseja al doctor Heberto y al ingeniero Jiménez, que lo primero que tenían que hacer es contratar un bibliotecario. Como resultado de la reunión con el maestro Garza Mercado, el doctor Heberto nos invita a reuniones de trabajo con sus colaboradores en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez. El maestro Garza mercado, pone dos condiciones, una que él cobra por asesorar y que los participantes lean su libro: "Función y forma de la Biblioteca Universitaria".

Es importante comentar que el terreno (28 mil metros cuadrados) en donde se encuentra la Biblioteca, fue donado por don Carlos Maciel Espinosa, una de las condiciones del donante fue cuidar la ecología del lugar, conservando las plantas y los árboles, a fin de no convertir el sitio en un lugar dominado por el cemento y el concreto.

Los días 24 y 25 de agosto de 1983, se celebran reuniones de trabajo, en el Hotel Framboyán, en las cuales participamos, Ario Garza Mercado; José Luis Castillo, constructor de la Biblioteca del Colegio de México, (a partir de estas reuniones fungieron como asesores del de la Unach, para la construcción de la biblioteca) el rector Morales Constantino y sus principales colaboradores entre ellos estaban los licenciados Jorge Arias Zebadúa, Patricio Flores Molina, Víctor Cintra, Glery Cruz Coutiño; los contadores: Benjamín Aguilar Villegas, Sara Elsa Méndez Rovelo, Angelina Morachel, los ingenieros Roberto Náfate Gómez, Javier Alfaro Mendoza y la maestra Anabela Muñoa.

Ario Garza inicia las sesiones con el siguiente comentario "La biblioteca universitaria no tiene mayor ni menor importancia que el taller, el laboratorio y el campo experimental. Cobra importancia en la medida en que asciende el número y la preparación de sus profesores, estudiantes e investigadores, que determinan que la universidad transite, de los niveles elementales de instrucción, a los más altos de la educación profesional y del desarrollo del individuo como persona y como ciudadano".

Entre las conclusiones se define el tamaño de la biblioteca y que ésta trabajaría con la modalidad de estantería abierta, además se comenta que es urgente la elaboración del "Programa de Necesidades de la Biblioteca".

Éste último es un documento en donde se expone en forma concreta las necesidades en cuanto a espacios, distribución de áreas, necesidades de equipo, colecciones y personal, etc. Con el objeto de tener una guía para la preparación de los proyectos y programas que condujeron al diseño del edificio adecuado.

Los días 26 y 30 de septiembre de 1983, se reúnen funcionarios de la Secretaría de Obras Públicas y Desarrollo Urbano del estado con funcionarios de la Unach, entre ellos Roberto Olavarrieta Marenco, director de la Escuela de Arquitectura, y docentes de la misma, Francisco López Tamayo, Javier Aguilar Mota, Miguel de la Fuente España y Eduardo Basa, que no sólo eran docentes de la universidad sino funcionarios de la Secretaría de Obras Públicas. Previamente habían organizado un concurso de maquetas de la biblioteca, como dato curioso los alumnos que sacaron el tercer lugar, era el mejor proyecto.

El primero de octubre se inician los estudios de suelos, el levantamiento topográfico, los trabajos de demolición y desmonte del terreno. Se inicia también la elaboración de planos y gestión de permisos para su construcción.

El seis de diciembre de ese año, se inicia la construcción formal del edificio, con la colocación de la primera piedra por el rector Morales Constantino. La Biblioteca fue construida por la Compañía "Cigusa" de la cual era administrada por Rodolfo Gualito Morales.

En febrero de 1984, se inician los trabajos de adquisición y organización de los libros, además de la contratación y capacitación de personal. Este trabajo se realizó con base a un proceso, teniendo cuidado de que las personas contratadas mantuvieran el perfil, en ese tiempo existía un departamento de bibliotecas y laboraban dos personas Juan Velasco y Delma González, las dos primeras personas contratadas en esta nueva etapa, fueron la Luz María Camas y Úrsula Castro. Es importante señalar los buenos oficios del Sindicato de Trabajadores Administrativos, dirigidos por Ricardo Flores, Agustín López Cuevas, Hidaly Monzón Márquez y Manolo Concha. Para la contratación de personal de confianza se efectuó a través de una convocatoria publicada en la prensa del estado y nacional, los bibliotecarios contratados fueron: René Arjón Castro, Ricardo Botello, Herlinda Hernández Aguilar, Roberto Valenzuela Valdés y Guadalupe Barrera Galán.

Al presentar la propuesta de la plantilla de personal, causó inconformidad y sorpresa, ya que en la propuesta se sugería que el número de personas, que iniciarían las actividades de la biblioteca fueran cincuenta, cuando en toda rectoría laboraban sesenta.

Quisiera señalar las importantes donaciones de libros de las siguientes instituciones: Colegio de México, Fondo de Cultura Económica, Universidad Autónoma Metropolitana, la Universidad Autónoma de México y Archivo General de la Nación.

Por fin el 20 de febrero de 1985, el presidente de la República Miguel de la Madrid Hurtado inauguró la Biblioteca Central de la Unach. Acompañado por el secretario de Educación Pública, Jesús Reyes Heróles, por el gobernador del estado Absalón Castellanos, entre otros.

Considero que muchas personas han contribuido con su granito de arena en la creación y consolidación de la Biblioteca de la Unach, sin embargo, mencionaré a las que a mi parecer han participado significativamente, según mi percepción personal: Heberto Morales Constantino, Antonio García Sánchez, Ario Garza, José Castillo, Carlos Maciel, Jorge Jiménez, Margarita Almada, Guadalupe Carrión, Gloria Escamilla, Óscar Saavedra, Estela Morales, Marco Martínez, Édgar López, Paul Vasallo, Benita Weber, Omar Guillén (q.e.p.d.), José Antonio Yáñez, Victórico Rodríguez, Álvaro Quijano, Roberto Tamayo, Rosa Chacón y Dolores Serrano Cancino.

Mi equipo de trabajo: Armando Adolfo Altamira Rodríguez, Ricardo Botello Cortez, René Arjón Castro, Herlinda Hernández Aguilar, Carlos Salazar Gómez, Roberto Valenzuela Valdés, Beatriz Guadalupe Orantes Salinas, Romeo Díaz Abadía, Abraham Domínguez Espinosa (q.e.p.d.), Cutberto Díaz de la Cruz; Maricela Betanzos Reyes, Magnolia Solís, Guadalupe Barrera Galán, Delmar LLaven, Fulvia Córdova Ramos, María Antonieta Miceli, Rolando Riley Corzo, Rosana López Alfaro, Guadalupe Mandujano, Mario Toledo Peña, Jorge Salinas, Luz María Camas.

La prensa escrita: La revistas Siempre, Proceso, Ciencia Bibliotecaria, el semanario Chiapas Hoy, el periódico de circulación nacional La Jornada. Los periódicos estatales: El Sol de Chiapas, El Heraldo de Chiapas, El Planeta, El Número Uno, La República, Diario el Día.

Para terminar aludiré a dos párrafos, del discurso inaugural leído por Heberto Morales

"Somos herederos de los chiapanecos que escribieron en la roca su historia, que se ve desde el infinito, y en honor de esos hombres se han levantado estas nuevas pirámides que albergan un gran acervo cultural que servirán para una formación de lo que será el futuro de Chiapas.

"De esta biblioteca, parteaguas de nuestra historia, brotará la nueva universidad, que quizá ninguno de nosotros conocerá. Las generaciones que vengan, Irán presentándose poco a poco, respondiendo al esfuerzo de sus maestros y orientadores de que el centro de su vida académica tendrá que ser la biblioteca. Descubrirán por si mismos la verdad de que se puede tener una gran biblioteca, sin universidad, pero jamás una gran universidad, sin una gran biblioteca" (MORALES, 1985:3).

No hay comentarios.:

Publicar un comentario