miércoles, 18 de septiembre de 2013

El libro electrónico, la nueva prótesis de nuestra lectura


Roger Bartra. antropólogo y sociólogo
Juan Carlos Talavera/Cultura/La crónica de Hoy.

“Soy un ferviente partidario de estas nuevas prótesis que son los libros electrónicos, pero apenas estamos contemplando los primeros balbuceos de un artilugio que sin duda se desarrollará extraordinariamente y adquirirá formas más sofisticadas, prácticas y amables”, dijo ayer el antropólogo y sociólogo Roger Bartra, durante la conferencia inaugural del Tercer Simposio Internacional sobre el Libro Electrónico, realizado en el Auditorio Jaime Torres Bodet del Museo Nacional de Antropología, el cual culminará el próximo viernes.

Si el libro “es una prótesis que forma parte de nuestras redes exocerebrales”, expuso, no debe extrañarnos que el libro pueda evolucionar hasta convertirse en un artefacto electrónicamente sofisticado que mantenga la sencillez original del invento, pero la combine con los extraordinarios recursos de la digitalización. En su presentación, Bartra también refirió que no está a favor de que los libros sean baratos, ni lanzados a la calle impunemente a competir con toda clase de mercancías y merolicos, pues, en su opinión, nos encontramos ante un efecto perverso de la desvalorización de la letra impresa.

Este efecto de desvalorización se debe a las políticas de abaratamiento de los libros, explicó, lo cual no ha producido una rápida y masiva expansión del hábito de la cultura. “El libro es tratado como si formara parte del reino de la necesidad y de la utilidad cuando en realidad está ubicado en lo que George Bataille llamaba la parte maldita, es decir, en el reino del exceso, la exuberancia y el lujo”.

Lamentó que en sus intervenciones públicas, los gobernantes, los hombres de negocios o políticos rara vez citen un libro o inviten a la lectura, con lo cual los libros sólo habrán sido útiles como parte de la escalera hacia el poder, pero una vez pisoteados se han vuelto para ellos inútiles y superfluos.

Para Bartra (1942), “hoy en día el canal privilegiado para la obtención de información ya no es el libro ni los medios impresos, sino la transmisión electrónica, televisiva y radiofónica. Y esa popularización de la informática produce, como efecto inquietante, la aristocratización del libro”.

Por otro lado, también hizo un alto y reflexionó sobre la vieja idea de que internet ha provocado que los estudiantes sean incapaces de leer libros completos. “Yo no creo que sea culpa de la red. Siempre ha habido personas que no quieren o no pueden leer un libro completo, pero gracias a la red hoy cualquier persona que posea una de estas maravillosas prótesis, que son los libros electrónicos, tiene la libertad de descargar en su aparato sin ningún costo textos en español  como El Quijote”, precisó.

Para el autor de Antropología del cerebro: la conciencia y los sistemas simbólicos, la historia de las artes y las ideas no transcurre sin riesgos. Pero también es cierto que los gobiernos han abusado hasta la saciedad de una política cultural populista de llevar los libros a las calles.

“En muchos casos –y permítanme exagerar aquí– descargar un texto para su lectura es algo similar a cargar gasolina en el automóvil o colocar baterías en un aparato eléctrico”. Esto provoca que en muchos casos la lectura deje de ser un placer intelectual y se convierta en el consumo de información necesaria para el trabajo, para transitar por la vida o la política.

Como ejemplo, también mencionó que en el Programa para el Fomento del Libro y la Lectura, planteado en 2008, se asegura que “la lectura es motor para el desarrollo y condición para la equidad, factor de identidad e inclusión social”. Sobre lo cual, aseguró que el libro y la lectura se convierten no solamente en un servicio que reciben las personas sino en “un derecho de todo ciudadano”.

“Yo no tengo nada contra estas afirmaciones, pero tenemos que reconocer que esconden algunos peligros. Si se ve la lectura como motor del desarrollo, como un derecho y como factor de equidad, identidad e inclusión social se están enfatizando los importantes servicios que la lectura nos presta; su utilidad es innegable, pero nos hace olvidar su lado lujurioso (de lujo).

Además, comentó que aunque no se trata de exaltar el carácter elitista del libro, no se puede negar su realidad. Por ejemplo, el hecho de que el libro difícilmente puede competir con las nuevas expresiones de la literatura que han sido desplazadas por los folletones de las series videograbadas para la televisión.

“La novela escrita e impresa no desaparecerá y permanecerá ligada a los libros en cualquiera de sus formas, pero ahora no puede competir en el terreno de la cultura de masas con las series televisivas que retoman las técnicas del folletón decimonónico y que además aprovechan los recursos del teatro y del cine”.

Por último, el también investigador emérito por la UNAM se cuestionó el futuro del papel. Y dijo: “Tendrá un papel protagónico si las nuevas tecnologías impulsan y refinan su calidad, pues apenas estamos ante la primera generación de dispositivos”. Pero ya de momento el papel electrónico –que circula en Europa– ha superado con creces las luminosas e incómodas pantallas tradicionales de las computadoras, salvo que todavía no ofrecen la opción del color.
Inauguración del Simposio
Durante la inauguración del simposio, Rafael Tovar y de Teresa, titular de Conaculta, señaló que por primera vez en el Plan Nacional de Desarrollo se ha establecido la adopción de una Agenda Digital de Cultura, que incluirá un programa de digitalización del patrimonio nacional.

Además, anunció la creación de la Librería Virtual de Educal y dijo que trabajará en una política clara de fomento, acceso y difusión del libro electrónico, e impulsará la digitalización del patrimonio bibliográfico nacional en custodia de las bibliotecas y fondos antiguos, históricos y especiales bajo su responsabilidad.

Al término de su presentación, Tovar señaló que los libros no se verán afectados por los impuestos, pero adelantó que sí se analiza la posibilidad de que algunos espectáculos sean grabados con impuestos.

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