Viernes 16 de agosto de 2013
Yanet Aguilar Sosa | El Universal.- La encuadernación de libros es un oficio joven en México comparado con
países europeos o asiáticos y aunque ha vivido diferentes momentos desde
el siglo XVI a la fecha, la investigadora mexicana Martha Romero no
duda en señalar que hoy en día, gracias a la labor de los maestros
encuadernadores que enseñan el oficio a través de talleres, cursos,
exposiciones y concursos, la encuadernación está teniendo un
resurgimiento.
Sin embargo, es también un oficio viejo que se introdujo a México con la
llegada de los españoles (y otros europeos) en el siglo XVI, y que se
afianzó con la instalación de la Primera Imprenta de América, en 1539.
“Como cualquier otro oficio, su enseñanza y práctica en la Nueva España
estuvo determinado por diversos factores: la disposición de materiales y
herramientas en el mercado, quién podía enseñar el oficio, la
organización y legislación para ser ejecutados y, la necesidad del
servicio o el producto”, afirma la investigadora del Instituto de
Investigaciones Bibliográficas (IIB) de la UNAM.
Es un arte rico, como el que resguarda la Biblioteca José María Lafragua
de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, que a principios de
esta semana inauguró la exposición La piel del libro. Encuadernaciones
históricas en la Biblioteca Lafragua, curada por la doctora Martha
Romero e integrada por 86 encuadernaciones que muestran distintos
momentos históricos, desde el siglo XVI hasta nuestros días.
Las encuadernaciones de uso diario y cotidiano que conserva esa
biblioteca dan cuenta de los factores económicos y la función que la
sociedad le ha dado al libro en las distintas épocas y en un entorno
regional. Para la exposición, los libros fueron elegidos por su
encuadernación y la época en la que fueron hechas, independientemente de
su título, autor, tema e incluso belleza.
Mercedes Salomón Salazar, jefa de Conservación de la Biblioteca
Lafragua, asegura: “Obviamente, lo que rige la selección es el año de
impresión, pues la exposición tiende a mostrar las características de
las encuadernaciones y los cambios que tuvieron en los diferentes
siglos, desde el siglo XVI al XXI”.
Romero, doctora en Historia de la encuadernación por la University of
the Arts London, Camberwell College, en Inglaterra —una de las cinco
personas en el mundo con estudios doctorales en la historia de la
encuadernación— dice que ésta es uno de los elementos en el libro más
vulnerables a ser sustituido: “Si se rompe o se maltrata, se cambia”.
Estudios recientes confirman que la encuadernación es fuente de
información y su conservación permite comprender mejor el impreso que
resguarda. “La evidencia material (materiales y técnicas) aportan
información de uso y función del libro, del mercado y comercio del
objeto, de las prácticas de la lectura, de la sociedad en la que fue
creada. Además, es posible rastrear el camino por el que ha transitado
el objeto, pues cada país, cada región, en cada época, se desarrollaron
técnicas particulares que permiten determinar el origen y periodo de
ejecución de la encuadernación que no siempre es contemporánea al
impreso”, señala Romero.
“La epidermis”
“Del siglo XVI al XVIII, los materiales utilizados para encuadernar
mayoritariamente son pieles y pergaminos. En el siglo XIX se introduce
el uso de la tela para las encuadernaciones industriales y en el siglo
XX y hasta nuestros días se usa papel, cartón y tela. A partir del siglo
XIX, materiales como la piel se ven en encuadernaciones o más lujosas o
en las que se busca dar una apariencia así. El pergamino entra en
desuso a partir del XIX, lo que no significa que no se usará de vez en
cuando”, dice Romero.
La investigadora, que junto con la doctora Marina Garone organiza el
Seminario Interdisciplinario de Bibliología en la UNAM, asegura que las
encuadernaciones del siglo XVI son estructuras muy complejas, sobre todo
en los libros encuadernados en tapas duras de madera o cartón; mientras
que los encuadernados en pergamino flojo son más sencillos, lo que no
quiere decir que las estructuras sean de menor calidad, simplemente el
tipo de encuadernación no requiere de los elementos y sistemas de unión
entre el cuerpo y la tapa que sí necesita la encuadernación de tapa
dura.
“Con la mecanización se simplificaron aún más los procesos de
encuadernación: al inicio, el cuerpo era cosido a mano y la cartera se
hacía mecánicamente y luego se unían ambos elementos manualmente.
Después todo fue mecánico, como sucede hoy en día. La encuadernación
manual siempre ha acompañado a la encuadernación mecánica, conviven
desde la introducción de la encuadernación mecanizada y luego
industrializada”, afirma la profesora de la Escuela Nacional de
Conservación, Restauración y Museografía “Manuel del Castillo Negrete”.
Sobre la exposición
Dependiendo de la época de producción, hay encuadernaciones en piel o
pergamino con decoraciones gofradas y doradas, en tela o metales. En La
piel del libro se exhiben dos ejemplares con herrajes, uno antiguo y uno
del siglo XX; y un bello misal hecho con pequeñísimas incrustaciones y
cantos dorados.
“Entre la exposición hay libros que además cuentan con marca de fuego y
uno en especial tiene un sello a tinta en el canto de frente. Otro
ejemplar posee un supra-libris con un escudo heráldico, seguramente
relacionado con su antiguo poseedor. Muchos de los libros antiguos
poseen anotaciones manuscritas diversas en sus portadas: algunas nos dan
noticia de sus poseedores (sea de un convento o de un particular)
mientras que otras nos dejan saber que fueron sujeto de expurgo o
censura”, afirma la investigadora Martha Romero.
Mercedes Salomón dice: “se mostrarán las encuadernaciones, ninguna de
las obras se exhibe abierta ni se expondrá ninguna portada ni grabado;
todas están en función a la encuadernación sin atender su temática o al
autor”.
Martha Romero, la curadora de la bella exposición, concluye: “De alguna
manera la encuadernación nace para mantener unido el cuerpo y
protegerlo. En términos prácticos, un libro encuadernado es más fácil de
manejar, transportar, consultar. Por tradición, cuando se habla de
encuadernación nos referimos al material de recubrimiento, en ese
sentido, es la epidermis”.
La piel del libro. Encuadernaciones históricas en la Biblioteca
Lafragua, estará abierta hasta el 10 de octubre, de lunes a viernes de
9:30 a 17 horas, en la Biblioteca Histórica José María Lafragua, que se
ubica en Av. Juan de Palafox y Mendoza 407. Centro Histórico de Puebla.
La entrada es libre.
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