Juan Rulfo,
uno de los escritores más influyentes del siglo XX, cuyo verdadero
nombre era Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno, vio la primera
luz en Sayula, Jalisco, el 16 de mayo de 1917, en el seno de una familia
acomodada que perdió todo cuanto poseía durante la Revolución.
Durante su
infancia, Rulfo vivió en San Gabriel donde atestiguó luchas religiosas,
como la “Guerra de los Cristeros”; pronto perdió a su padre y a su madre
por lo que fue recluido en un internado en Guadalajara. De ahí que algunos de sus relatos tengan como figura principal a la muerte.
La vida y
obra del escritor estuvieron marcadas por la desolación, el dolor y su
estrecho vínculo con la soledad, convirtiéndose en un hombre de carácter
triste, sensible, retraído, romántico y observador.
Rulfo se
trasladó al Distrito Federal en 1935, no muy convencido sí en busca de
una forma de vida. Su familia lo incitó a estudiar Leyes pero al fallar
los exámenes correspondientes, se dedicó a trabajar.
Se desempeñó
como agente viajero y vivió un sinfín de experiencias en los pueblos que
visitó, lo cual alimentó parte de su obra literaria. Sus viajes por
diversas zonas de México le permitieron estar en contacto con etnias
apartadas que aún conservaban sus tradiciones.
Se sabe que
Rulfo llevaba una vida muy bohemia. Pasaba sus noches tomando café y se
dormía muy entrada la madrugada. Gustaba de leer a Goethe, Cervantes y
Tolstoi, entre otros. Disfrutaba escuchar música clásica, practicar
alpinismo y caminar incansablemente.
Gracias a dos
becas otorgadas por el Centro Mexicano de Escritores, Rulfo logró
publicar “El llano en llamas” en 1953, que recoge sus mejores relatos
elaborados con una prosa expresiva que refleja la realidad de los
campesinos de su tierra, traspasando la mera anécdota social.
Dos años más
tarde, en 1955, publicó lo que se convirtió en su obra más conocida,
“Pedro Páramo”, novela que sigue generando interés de lectores y
académicos por igual.
Según la
crítica, en esta novela logró interiorizar de manera más puntual la
realidad de su país, fusionando en un mismo universo misterio y
realidad, obteniendo como resultado una de las mejores obras de la
literatura contemporánea de Iberoamérica.
De la pluma
de Rulfo nacieron textos como el guión cinematográfico “Paloma herida”,
la novela corta “El gallo de oro”, cuentos como “Nos han dado la
tierra”, “Macario”, “La vida no es muy seria en sus cosas” y “Diles que
no me maten”, por mencionar algunos.
El prominente
escritor jalisciense obtuvo varios premios durante su carrera, por
ejemplo el Villaurrutia en 1956, el Nacional de Literatura de México en
1970, el Príncipe de Asturias de España en 1983 y fue elegido miembro de
la Academia Mexicana de la Lengua en 1976.
Falleció el 7 de enero de
1986, en la Ciudad de México.
Fuente: elsiglodetorreon.com.mx
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