lunes, 22 de abril de 2013

Pros y contras de la lectura como moda



En México, hay una gran cantidad de estrategias que promueven el gusto por la lectura, pero en contraste se carece de mediciones. 

Los bajos niveles de lectura en el país se confirman con los datos internacionales. En 2006, México ocupó la posición 107 dentro de 108 países en cuanto a hábito lector, según un reporte de Naciones Unidas, pues sólo el 2% de los mexicanos tiene ese hábito; muy lejos de naciones como Japón con 91%, Alemania con 67% y Corea con 65%. 

Para el escritor y Académico de la Lengua Felipe Garrido en la promoción de la lectura en el país hubo un problema muy grave en el año 2001, cuando terminaron con el programa Rincones de Lectura. 

“No era nada más repartir libros, era un programa de trabajar con los maestros para que conocieran los libros que se les repartían y trabajaran con ellos, era un programa de capacitación de maestros que se sustituyó con el de Bibliotecas de Aula que ha puesto más libros que nunca jamás en la historia de este país en las escuelas, pero repartir libros nada más no sirve de nada, es una forma de tirar dinero”, asegura Garrido. 

El también ensayista dice que 2001 para acá se el fomento a la lectura en las escuelas se volvió muy disparejo, hay estados donde se han seguid trabajando con los maestros y otros donde se ha abandonado absolutamente la relación con los profesores. 

Juan Domingo Argüelles mira hacia más cerca, al gobierno anterior que quiso elevar la estadística obligando a leer a los escolares más libros y no consiguió aumentar el número de lectores ni logró que los estudiantes se aficionaran más a los libros porque todo lo que se obliga es una vacuna contra el placer. 

“Lo mejor que le ha pasado a la lectura es que se haya vuelto un tema de moda, porque ha puesto en medio de la reflexión este asunto tan importante. Sin embargo, también, lo peor que le ha pasado a la lectura es que se haya vuelto un tema de moda, porque todo el mundo hoy se cuelga de este tema: políticos y mercaderes. Los primeros para echar discursos bonitos; los segundos para vender lo que sea que se parezca a un libro”, dice Argüelles. 

Luego se centra en las campañas de fomento a la lectura nacidas en la iniciativa privada, como la del Consejo de la Comunicación que califica de patética: “los portavoces de la lectura son, en general, los que menos ejemplo dan de la lectura. La campaña de Gandhi es simpática, ingeniosa, fresca y atractiva, pero no hay que olvidar que es una campaña publicitaria (muy buena), pero no exactamente una campaña de promoción a la lectura, aunque la promueva: el objetivo es vender libros de una forma muy creativa”. 

El poeta y ensayista sentencia: “Los programas y campañas de lectura en México carecen de creatividad: vuelven una y otra vez a lo mismo, que ya es puritita burocracia: maratones de lectura, discursos ennoblecedores y enaltecedores del “hábito” de leer, sonsonetes que ya son lugares comunes, y sólo se ve esta ebullición artificial el 23 de abril y el 12 de noviembre: días mundial y nacional del libro ya se han convertido como el Día de la Madre: sólo se acuerda la gente que tiene madre el 10 de mayo”. 

Mañana, en todo el país se celebrará el Día Mundial del Libro, incluso ya comenzaron los festejos con ferias, lecturas en voz alta, presentaciones, subastas, conferencias, espectáculos e intercambio de libros. 

Argüelles concluye categórico: “Todo lo que hace un gobierno (que siempre es poco) en este terreno, viene el siguiente y lo arrasa, para comenzar de cero, y al comenzar de cero, luego de seis años, llegará quizá a la calificación de cuatro o cinco, pero jamás alcanzará el diez. Es lo malo de reinventar el país cada seis años. No conozco (porque no hay) ninguna evaluación de los programas que desaparecen cada sexenio”.

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