Para elaborar los perfiles de los integrantes de la LXII Legislatura, ADNPolítico.com
buscó a todos los diputados y senadores y les preguntó, entre otras
cosas, sobre sus libros preferidos. En sus respuestas el equipo de este
sitio se encontró con varias sorpresas.
Algunos legisladores contestaron de manera extensa y profunda sobre sus
obras favoritas, otros confundieron títulos y autores o buscaron la forma
de no responder, algunos más se sinceraron y aceptaron no ser lectores asiduos,
mientras que otros dijeron que esa pregunta no les gusta.
Desde los días previos al inicio de la actual Legislatura, que comenzó el 1
de septiembre de 2012, ADNPolítico.com ha entrevistado a los congresistas para
conocer sus trayectorias políticas y personales, sus prioridades
parlamentarias, sus posturas en temas como la reelección legislativa o su
sueldo, los políticos que admiran y los libros que marcaron sus vidas; hasta el
momento se han hecho 224 entrevistas con un cuestionario igual para todos.
Los libros citados con más frecuencia por la mayoría de los legisladores
consultados han sido “El príncipe”, de Nicolás Maquiavelo; “El ingenioso
hidalgo don Quijote de la Mancha”, de Miguel de Cervantes Saavedra; “El arte de
la guerra”, de Sun Tzu; “Cien años de soledad” de Gabriel García Márquez; “El
principito”, de Antoine de Saint-Exupéry; “La columna de hierro”, de Taylor
Caldwell, y el libro sagrado del Cristianismo, la Biblia.
Algunos
de los legisladores entrevistados hablaron extensa y profundamente sobre las
obras que más los han influenciado, como el diputado priista Eloy Cantú Segovia, quien mencionó “La columna
de hierro” de Taylor Caldwell como un pretexto para hablar de un personaje
histórico por el que siente gran admiración: Marco Tulio Cicerón.
El diputado perredista Fernando Belaunzarán Méndez se declaró
“harrypoteriano”, amante del existencialismo de Albert Camus y “El extranjero”,
también de las obras de Friedrich Nietzsche, y de otras como “El arte de amar”
de Ovidio o “El decamerón” de Giovanni Boccaccio.
El senador panista Fernando Yunes Márquez se confiesó marcado por algunas de
las obras que escribieron en colaboración Dominique Lapierre y Larry Collins:
“O llevarás luto por mí”, “Oh, Jerusalén” y “¿Arde París?”.
Otros legisladores cometieron algunos errores al enlistar sus libros
preferidos: la diputada priista Leticia Calderón Ramírez se dijo influenciada
por “¿Quién se robó mi queso?” de Mary Kay, cuando el título correcto de la
obra es “¿Quién se ha llevado mi queso?”, autoría de Spencer Johnson; o la
perredista Roxana Luna Porquillo, que señaló que la obra “La metamorfosis” es
una de sus favoritas, pero se la atribuyó a “Franka” y no a Franz Kafka.
Algunos
más, como la diputada panista Leticia López
Landero, buscaron la forma de no contestar. “Fíjate que yo leo puros
libros que no los han de conocer ustedes, libros cristianos”, respondió.
Otros, como la legisladora priista Maricruz Cruz Morales, confesaron no ser
lectores asiduos ni tener tres libros que los hayan marcado. “Efectivamente los
mexicanos debemos de tener cultura, esos es indudable, eso es innegable; pero,
o te dedicas a ser dirigente social, o te dedicas a hacer propuestas, o te
dedicas a hacer política, o te dedicas a leer”, justificó Cruz Morales.
Y hubo otros a los que la pregunta simplemente no les gustó. “Esa pregunta
es muy trillada, yo leo dos a tres libros por mes; esa pregunta ya la hicieron
a otro político y a mí no me gustan las segundas partes”, argumentó el diputado
panista Rubén Camarillo Ortega.
¿ES IMPORTANTE QUE LOS LEGISLADORES LEAN?
El hábito de la lectura es importante para la labor política tanto como lo
es para el desarrollo de cualquier otra actividad profesional, coincidieron
analistas políticos y críticos literarios consultados por ADNPolítico.com.
“La lectura es una herramienta indispensable para poder acceder a la
información sobre el mundo actual, para poder comprender sus problemas y estar
en posibilidad de proponer algunas soluciones a los mismos”, consideró el
investigador Miguel Carbonell.
“Un político que no lea es casi una contradicción en sus términos, ya que su
actividad probablemente se reduzca a la simple gestión de intereses (lo que se
llama coloquialmente "la grilla"), en vez de ofrecerle a la sociedad
respuestas para sus más acuciosos problemas”, detalló este especialista del
Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.
“¿Es relevante su nivel de cultura general? Por supuesto, es como si nos
dijeran que 3,000 años de historia no importan para definir quiénes somos, por
supuesto que importa”, indicó el politólogo José Merino.
“Te dediques a lo que te dediques, leer ficción, ver películas incluso, pues
te expone a mundos distintos, amplía tu capacidad cognitiva para entender cosas
que incluso pueden estar asociadas con tu trabajo legislativo”, añadió el
catedrático del ITAM.
Con esto coincide el doctor en Literatura por El Colegio de México, Jorge
Téllez, quien aseguró que el hábito de la lectura es importante pues apela
directamente a la creatividad, a la acumulación y a la creación de
conocimiento.
“No por el hecho de ser legisladores, sino por el hecho de ser personas
(...) Leer estimula y fomenta la curiosidad”, mencionó Téllez.
“Pero la curiosidad también se atrofia y, ¿cómo suponer que alguien esté
interesado en el desarrollo de un país si no está primero interesado en su
desarrollo personal?”, cuestionó este escritor y crítico literario.
Para el especialista Fernando Dworak, lo que aporta el hábito a la política
y a cualquier otra actividad es que permite estructurar de mejor manera el
pensamiento.
Sin embargo, este académico aclaró que no cree que ser un asiduo lector sea
definitorio para desempeñar adecuadamente labores políticas y, menos aún,
legislativas.
“Si nos vamos a un extremo, el presidente más leído que México ha tenido es
José López Portillo; entonces si nosotros queremos ver como un parámetro de
calidad de su labor que un presidente o un legislador sea instruido, pues este
ejemplo muestra que quizás no es un buen indicador”, agregó Dworak.
¿QUÉ REFLEJAN SUS RESPUESTAS?
Los errores y evasivas en las respuestas sobre los libros que han marcado a
los legisladores muestran, entre otras cosas, el bajo nivel en sus hábitos de
lectura, coincidieron los especialistas consultados por ADNPolítico.com.
“En cuanto a conocimiento, nuestros legisladores honestamente no están ni
mejor ni peor que en cualquier parte del mundo”, matizó Dworak.
Merino cree que el poco dominio de títulos y autores mencionados por algunos
diputados en este ejercicio indica que tienen un bajo nivel en este rubro, lo
cual se asemeja a lo que se registra en la población mexicana en general.
No obstante, este politólogo se resiste a pensar que los ciudadanos sólo
puedan esperar que sus representantes tengan un nivel de preparación similar al
suyo. “¿Entonces qué, los distritos con altos niveles de pobreza y con baja
escolaridad, lo único que pueden esperar es un representante de las mismas
características? Yo creo que no”, dijo Merino.
El doctor en Literatura por El Colegio de México, Jorge Téllez, estima que
las respuestas de algunos legisladores muestran que son muy pocos los que leen,
pero también que quienes sí lo hacen están muy interesados en señalar
públicamente a quien no lo hace, casi a manera de escarnio.
El crítico literario Rafael Lemus consideró lamentable el ruido que se ha
generado alrededor de los fallos y tropiezos de los diputados en este tema.
“¿Qué se pretende con tanta mofa? ¿Desautorizar a aquellos poco o nada
familiarizados con la tradición literaria? ¿Enaltecer a los que sí tuvieron los
medios para darse una cierta educación humanista?”, cuestionó.
“Lamentables los comentaristas que, una vez más, se quedan en lo subjetivo
(la tontería de este diputado, la confusión de aquella diputada) y apenas si
ven el problema sistémico –social, educativo– que esos casos delatan.
“Lamentable la fractura que existe en México entre labor política y cultura
humanista", añadió el crítico literario.
“Pero hay que recordar que esa fractura no se debe tanto a los líderes
locales poco leídos de los que ahora se burla medio mundo como a esos
funcionarios, leídos y con títulos, que un buen día decidieron que la política
no era el espacio del humanismo ni de la ideología sino de la técnica y la
estadística”, sentenció Lemus. ADNPolítico.com
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