miércoles, 24 de abril de 2013

Los libros que marcaron las vidas de los actuales legisladores federales


Para elaborar los perfiles de los integrantes de la LXII Legislatura, ADNPolítico.com buscó a todos los diputados y senadores y les preguntó, entre otras cosas, sobre sus libros preferidos. En sus respuestas el equipo de este sitio se encontró con varias sorpresas.
Algunos legisladores contestaron de manera extensa y profunda sobre sus obras favoritas, otros confundieron títulos y autores o buscaron la forma de no responder, algunos más se sinceraron y aceptaron no ser lectores asiduos, mientras que otros dijeron que esa pregunta no les gusta.
Desde los días previos al inicio de la actual Legislatura, que comenzó el 1 de septiembre de 2012, ADNPolítico.com ha entrevistado a los congresistas para conocer sus trayectorias políticas y personales, sus prioridades parlamentarias, sus posturas en temas como la reelección legislativa o su sueldo, los políticos que admiran y los libros que marcaron sus vidas; hasta el momento se han hecho 224 entrevistas con un cuestionario igual para todos.
Los libros citados con más frecuencia por la mayoría de los legisladores consultados han sido “El príncipe”, de Nicolás Maquiavelo; “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”, de Miguel de Cervantes Saavedra; “El arte de la guerra”, de Sun Tzu; “Cien años de soledad” de Gabriel García Márquez; “El principito”, de Antoine de Saint-Exupéry; “La columna de hierro”, de Taylor Caldwell, y el libro sagrado del Cristianismo, la Biblia.
Algunos de los legisladores entrevistados hablaron extensa y profundamente sobre las obras que más los han influenciado, como el diputado priista Eloy Cantú Segovia, quien mencionó “La columna de hierro” de Taylor Caldwell como un pretexto para hablar de un personaje histórico por el que siente gran admiración: Marco Tulio Cicerón.
El diputado perredista Fernando Belaunzarán Méndez se declaró “harrypoteriano”, amante del existencialismo de Albert Camus y “El extranjero”, también de las obras de Friedrich Nietzsche, y de otras como “El arte de amar” de Ovidio o “El decamerón” de Giovanni Boccaccio.
El senador panista Fernando Yunes Márquez se confiesó marcado por algunas de las obras que escribieron en colaboración Dominique Lapierre y Larry Collins: “O llevarás luto por mí”, “Oh, Jerusalén” y “¿Arde París?”.
Otros legisladores cometieron algunos errores al enlistar sus libros preferidos: la diputada priista Leticia Calderón Ramírez se dijo influenciada por “¿Quién se robó mi queso?” de Mary Kay, cuando el título correcto de la obra es “¿Quién se ha llevado mi queso?”, autoría de Spencer Johnson; o la perredista Roxana Luna Porquillo, que señaló que la obra “La metamorfosis” es una de sus favoritas, pero se la atribuyó a “Franka” y no a Franz Kafka.
Algunos más, como la diputada panista Leticia López Landero, buscaron la forma de no contestar. “Fíjate que yo leo puros libros que no los han de conocer ustedes, libros cristianos”, respondió.
Otros, como la legisladora priista Maricruz Cruz Morales, confesaron no ser lectores asiduos ni tener tres libros que los hayan marcado. “Efectivamente los mexicanos debemos de tener cultura, esos es indudable, eso es innegable; pero, o te dedicas a ser dirigente social, o te dedicas a hacer propuestas, o te dedicas a hacer política, o te dedicas a leer”, justificó Cruz Morales.
Y hubo otros a los que la pregunta simplemente no les gustó. “Esa pregunta es muy trillada, yo leo dos a tres libros por mes; esa pregunta ya la hicieron a otro político y a mí no me gustan las segundas partes”, argumentó el diputado panista Rubén Camarillo Ortega.

¿ES IMPORTANTE QUE LOS LEGISLADORES LEAN?

El hábito de la lectura es importante para la labor política tanto como lo es para el desarrollo de cualquier otra actividad profesional, coincidieron analistas políticos y críticos literarios consultados por ADNPolítico.com.
“La lectura es una herramienta indispensable para poder acceder a la información sobre el mundo actual, para poder comprender sus problemas y estar en posibilidad de proponer algunas soluciones a los mismos”, consideró el investigador Miguel Carbonell.
“Un político que no lea es casi una contradicción en sus términos, ya que su actividad probablemente se reduzca a la simple gestión de intereses (lo que se llama coloquialmente "la grilla"), en vez de ofrecerle a la sociedad respuestas para sus más acuciosos problemas”, detalló este especialista del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.
“¿Es relevante su nivel de cultura general? Por supuesto, es como si nos dijeran que 3,000 años de historia no importan para definir quiénes somos, por supuesto que importa”, indicó el politólogo José Merino.
“Te dediques a lo que te dediques, leer ficción, ver películas incluso, pues te expone a mundos distintos, amplía tu capacidad cognitiva para entender cosas que incluso pueden estar asociadas con tu trabajo legislativo”, añadió el catedrático del ITAM.
Con esto coincide el doctor en Literatura por El Colegio de México, Jorge Téllez, quien aseguró que el hábito de la lectura es importante pues apela directamente a la creatividad, a la acumulación y a la creación de conocimiento.
“No por el hecho de ser legisladores, sino por el hecho de ser personas (...) Leer estimula y fomenta la curiosidad”, mencionó Téllez.
“Pero la curiosidad también se atrofia y, ¿cómo suponer que alguien esté interesado en el desarrollo de un país si no está primero interesado en su desarrollo personal?”, cuestionó este escritor y crítico literario.
Para el especialista Fernando Dworak, lo que aporta el hábito a la política y a cualquier otra actividad es que permite estructurar de mejor manera el pensamiento.
Sin embargo, este académico aclaró que no cree que ser un asiduo lector sea definitorio para desempeñar adecuadamente labores políticas y, menos aún, legislativas.
“Si nos vamos a un extremo, el presidente más leído que México ha tenido es José López Portillo; entonces si nosotros queremos ver como un parámetro de calidad de su labor que un presidente o un legislador sea instruido, pues este ejemplo muestra que quizás no es un buen indicador”, agregó Dworak.

¿QUÉ REFLEJAN SUS RESPUESTAS?

Los errores y evasivas en las respuestas sobre los libros que han marcado a los legisladores muestran, entre otras cosas, el bajo nivel en sus hábitos de lectura, coincidieron los especialistas consultados por ADNPolítico.com.
“En cuanto a conocimiento, nuestros legisladores honestamente no están ni mejor ni peor que en cualquier parte del mundo”, matizó Dworak.
Merino cree que el poco dominio de títulos y autores mencionados por algunos diputados en este ejercicio indica que tienen un bajo nivel en este rubro, lo cual se asemeja a lo que se registra en la población mexicana en general.
No obstante, este politólogo se resiste a pensar que los ciudadanos sólo puedan esperar que sus representantes tengan un nivel de preparación similar al suyo. “¿Entonces qué, los distritos con altos niveles de pobreza y con baja escolaridad, lo único que pueden esperar es un representante de las mismas características? Yo creo que no”, dijo Merino.
El doctor en Literatura por El Colegio de México, Jorge Téllez, estima que las respuestas de algunos legisladores muestran que son muy pocos los que leen, pero también que quienes sí lo hacen están muy interesados en señalar públicamente a quien no lo hace, casi a manera de escarnio.
El crítico literario Rafael Lemus consideró lamentable el ruido que se ha generado alrededor de los fallos y tropiezos de los diputados en este tema.
“¿Qué se pretende con tanta mofa? ¿Desautorizar a aquellos poco o nada familiarizados con la tradición literaria? ¿Enaltecer a los que sí tuvieron los medios para darse una cierta educación humanista?”, cuestionó.
“Lamentables los comentaristas que, una vez más, se quedan en lo subjetivo (la tontería de este diputado, la confusión de aquella diputada) y apenas si ven el problema sistémico –social, educativo– que esos casos delatan.
“Lamentable la fractura que existe en México entre labor política y cultura humanista", añadió el crítico literario.
“Pero hay que recordar que esa fractura no se debe tanto a los líderes locales poco leídos de los que ahora se burla medio mundo como a esos funcionarios, leídos y con títulos, que un buen día decidieron que la política no era el espacio del humanismo ni de la ideología sino de la técnica y la estadística”, sentenció Lemus. ADNPolítico.com

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