jueves, 8 de enero de 2015

“Los Estados y los partidos políticos están estancados”: Moisés Naím



El poder está cambiando de manos: de grandes ejércitos disciplinados a caóticas bandas de insurgentes; de gigantescas corporaciones a agiles emprendedores; de los palacios presidenciales a las plazas públicas. Pero también está cambiando en sí mismo: cada vez es más difícil de ejercer y más fácil de perder. El especialista venezolano, Moisés Naím analiza la emergencia de los micropoderes, en su nuevo libro El fin del poder(Debate).

En entrevista, quien fuera Director Ejecutivo del Banco Mundial, director de la revista Foreign Policy, y ganador del Premio de Periodismo Ortega y Gasset, se cuestiona sobre las desapariciones de los normalistas en Ayotizanapa y la violencia que predomina en el país.


¿El poder no es lo que era?
El poder es la capacidad de una persona o una institución para obligar a que otra persona o colectivo hagan algo; esto no ha cambiado. Sin embargo, hoy quienes tienen el poder tienen más limitaciones. Ahora es más fácil obtenerlo, más difícil usarlo y más sencillo perderlo. Es algo que ocurre en todas las esferas, la política, el crimen, el deporte, la filantropía.


¿Esto es consecuencia de la democracia?
Hoy las barreras que siempre han protegido a los más poderosos de los competidores se han hecho más frágiles. Hay nuevos protagonistas que llamo micropoderes y enfrentan con éxito, a los poderes tradicionales. Hemos visto como un grupo de insurgentes llamado Estado Islámico, sin demasiadas armas, ha puesto en jaque al gobierno de Siria e Irak. Hemos visto como blogueros o gente con redes sociales, tienen más lectores que los periódicos; pequeños fondos especulativos, tienen más injerencia que los grandes bancos. Hay una recomposición del poder en el mundo.

En El fin del poder, relativiza la revolución digital, se refiere a las redes sociales como un instrumento y no como un revulsivo.
Sería necio negar la importancia de las redes sociales en los cambios que ocurren en el mundo, mi punto es que las redes sociales o tecnologías son instrumentos que requieren usuarios, y los usuarios tienen intereses, motivaciones e intenciones. Mi interés es estudiar los otros cambios que no tienen que ver con internet pero que hacen que los usuarios de la red se comporten de cierta manera.


En este esquema de micropoderes, ¿cómo ubicar al crimen organizado?
Mi libro anterior, Ilícito, hablaba sobre como en el mundo se expandieron las organizaciones criminales. Durante mi reciente visita a México me ha sorprendido la sorpresa. Por supuesto que el país ha sido sacudido por la tragedia de los desaparecidos, los normalistas y las fosas. Esto demuestra la existencia de grupos criminales sanguinarios y potentes que no tienen problema en asesinar a mansalva pero que también tiene relación con el Estado y la política. ¿Sin embargo esto no era cierto hace diez años? ¿Qué tiene esto de nuevo? No lo estoy minimizando, simplemente lo dimensiono.

Respecto a lo que menciona, una conclusión es que no hemos avanzado.
Esa evaluación no la puedo hacer yo, los expertos en México son los mexicanos, no los extranjeros que venimos por días.


¿Pero la política no queda supeditada a los micropoderes como los cárteles de la droga?
Colombia ha tenido un progreso extraordinario en este sentido, no ha eliminado a los cárteles pero ha avanzado; y sí ellos pudieron no veo la razón para que México no pueda conseguirlo.


¿A estas alturas sigue siendo válido definir la política en términos de izquierda o derecha?
Las definiciones tradicionales de izquierda o derecha han cambiado y discutirlo no ayuda mucho. Ser automáticamente de uno u otro bando puede confundir la discusión o llevar a compartir ideas nefastas.


Esta redefinición de esquemas a motivado el surgimiento de grupos de jóvenes que plantean la necesidad de replantear el sistema, pienso por ejemplo, en Podemos, el nuevo partido en España.

Cierto, uno de los temas centrales del libro es el bloqueo de la política. En Europa, Estados Unidos y en todo el mundo en general, han aparecido fragmentaciones de poder que hacen muy difícil la toma de decisiones por parte del Estado. Los gobiernos no están pudiendo resolver los problemas que la gente exige. Fukuyama denomina a este fenómeno como “vetocracias”, es decir, la proliferación de protagonistas políticos que tienen el suficiente poder para bloquear las iniciativas de los demás pero no para imponer orden o una manera de ver las cosas. Ahí se tranca el juego. En Estados Unidos lo vemos con la aparición del Tea Party, hace unos años no existía y de pronto irrumpió en la política y logró obtener una influencia tan importante en el Congreso que estuvo a punto de ocasionar una crisis económica mundial. En Europa muchos de estos jóvenes partidos no alcanzan el poder pero en cambio sí tienen la fuerza para vetar normas, esto me parece muy importante.


¿Por qué un micropoder numeroso, como los latinos en Estados Unidos no consigue logros como una reforma migratoria?
Los latinos en Estados Unidos son nuevos como fuerza política, muchos de ellos no votan. Un reto importante es activar políticamente a los hispanos. Los líderes de origen latino no pueden, ni en número ni calidad, motivar a los hispanos para movilizarse. La mayoría todavía son pasivos espectadores, muchos no pueden votar y quien sí puede prefiere el abstencionismo. Todavía no se logra conectar el activismo con la mejora de sus condiciones cotidianas. Están concentrados en su bienestar y no tienen tiempo para la política.


En su libro concluye que la tecnología y el desarrollo social han rebasado a la política.
Vivimos en una constante innovación en todas las esferas de la vida, menos en la forma de gobernarnos. Los Estados y partidos políticos están estancados, el origen de ello es la debilidad de los partidos políticos, ya no son atractivos para los idealistas, para quienes cambiar el mundo y hacer cosas nuevas. Ellos prefieren las organizaciones gubernamentales o movimientos sociales, y esto es muy malo. Sobran las razones para el desprestigio de los partidos políticos, sin embargo hay que entrar en el sistema político a través de nuevas fuerzas y no moverse al margen.

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