lunes, 24 de febrero de 2014

Diccionarios y enciclopedias ante el desafío de Internet

El Universal.- En menos de una década las enciclopedias, diccionarios y obras temáticas especializadas que se producen y venden en México han visto mermada su comercialización. En los últimos diez años han tenido que adecuarse a los nuevos tiempos donde las consultas mayoritarias se hacen en Internet y han tenido que modificar su mercado ofreciendo versiones “híbridas”, son ediciones impresas con enlaces a internet o con elementos multimedia que se pueden visualizar en dispositivos móviles y computadoras personales.
 
Ha cambiado a tal grado su mercado que antes los compradores potenciales de estos productos editoriales eran las clases media alta y alta, pero hoy ese sector tiene amplio acceso a Internet y ha dejado de comprar materiales impresos. La sorpresa es que ahora los principales consumidores de enciclopedias son de la clase media hacia abajo, en poblaciones rurales o ciudades del interior del país con difícil acceso a Internet.
 
Jorge Hernández, director general de Grupo Océano, asegura que “en los últimos 10 años los diccionarios tipo enciclopedia, que son los que nos competen a nosotros, han registrado una disminución en ventas de 60%; en el caso de las enciclopedias temáticas la disminución es de 25% o 30%”.
 
Para Humberto Musacchio, impulsor de diccionarios y enciclopedias, entre ellos el Diccionario Enciclopédico de México, asegura que las enciclopedias, tal como las conocemos, obras en muchos tomos y voluminosas, están en proceso de extinción. “Desapareció ya la edición en papel de la Enciclopedia Británica, han desaparecido enciclopedias estadounidenses, suecas, españolas, ya no hay lugar para esas enormes enciclopedias en nuestras casas pero además hay dos hechos que sentenciaron a muerte a las enciclopedias: uno es la aparición de Wikipedia, y el otro es que Internet ha hecho que el soporte papel de muchas obras pase al espacio virtual; pero eso no sólo ocurre con las enciclopedias, ocurre también con los periódicos”.
 
El periodista y escritor que trabaja en el tercer tomo de 200 años de periodismo cultural, que estará listo a finales de este año, reconoce que, sin embargo se puede decir que en México apenas una tercera parte de la población dispone de computadora, por lo que todavía hay un público muy vasto que puede ocupar las enciclopedias impresas en papel.
“Me parece que aquí tenemos varios años y quizás decenios de futuro para las enciclopedias, sin embargo también se ha ido acortando la edición de estas obras; hace años que no se publica el Diccionario Porrúa, la Enciclopedia de México desapareció mucho antes que su director; la tendencia es a la desaparición de las enciclopedias impresas pero aún hay mercado en México”.
 
Humberto Musacchio lo dice convencido y con datos que lo confirman tan solo con un ejemplo, los primeros 110 mil ejemplares de su enciclopedia (Milenios de México) fueron para la venta directa casa por casa y “la experiencia directa que tuve es que quienes la adquirían eran lógicamente la clase media, pero las mayores ventas casa por casa se realizaron en pueblos mineros, aldeas de pescadores, poblaciones ejidales y en lugares donde uno no supondría que es el principal mercado de esas obras, y la razón es porque esa gente no tiene acceso a las librerías como lo tenemos los clasemedieros en todas las ciudades medianas y grandes”.
 
Tesoros del saber
 
En México aún hay grandes editoriales con áreas dedicadas fundamentalmente a la edición de enciclopedias, obras temáticas o diccionarios enciclopédicos de tres, cinco, 10 o 12 volúmenes a precios que fluctúan entre los 2 mil 500 y los 10 mil pesos o más, materiales ricamente ilustrados que mantienen viva su razón de ser, contener el conocimiento, conformar un tesoro del saber.
 
Armando Canto, director general de Editorial Planeta Grandes Publicaciones de México, que es la división que maneja materiales como la Gran Enciclopedia Hispánica, la Enciclopedia de México, Temapedia (Enciclopedia temática) y Lexipedia (Diccionario enciclopédico), dice que todas las editan tanto en formato impreso como electrónico y que pese a todos los cambios y adecuaciones que han sufrido, se mantienen como obras de referencia.
 
“Antes y ahora, una enciclopedia, por definición contiene ‘el círculo del conocimiento’, es decir, la información que permite a una persona obtener conocimiento sobre todas las áreas del saber. Independientemente del formato, ya sea impreso o electrónico, el concepto enciclopédico es valioso por sí mismo; la educación integral, el desarrollo de competencias, la capacidad para crear soluciones, el pensamiento crítico, entre otras habilidades, requieren que la persona utilice lo que sabe, lo que ha aprendido, y sobre todo, que siga aprendiendo”, afirma.
 
El editor de Grupo Planeta reconoce que Internet ofrece un mundo de posibilidades de información, donde puede encontrarse “todo”, y con “todo” se refiere a todo lo que es cierto y a lo que no lo es también: “La enciclopedia tradicional y las actuales ofrecen información validada, organizada y sistematizada, de todos niveles y de fácil acceso, para cualquier usuario, para que utilice mayoritariamente su tiempo en aprender, no tanto en navegar”.
Tomás García Cerezo, director Editorial de Larousse México y América Latina, asegura que desde su llegada, el CD-Rom, popularizado en los años 90, se ha incorporado a las enciclopedias, diccionarios enciclopédicos u obras temáticas, tanto como complementos a las obras impresas, como en versiones digitales de las mismas obras.
“La gran mayoría de los editores conservan versiones impresas y digitales de sus obras de referencia con el fin de dar opciones al público. Las Grandes enciclopedias, cuyo costo era muy alto por su magnitud, son las únicas que prácticamente han dejado de publicarse de forma impresa”, señala el editor de Larousse, casa con 150 años de historia y con obras emblemáticas.
 
Y es que García Cerezo, al igual que los otros editores consultados, destaca que los elementos que permiten los formatos digitales son por supuesto multimedia (audios, videos, animaciones, lamentos de interactividad), y lo que quizá sea su mayor valor: motores de búsqueda y la posibilidad de actualización casi instantánea.
 
Jorge Hernández dice que lo que ellos han hecho en Océano es incluir en sus enciclopedias acceso a una base de datos que actualizan, en promedio, cada 15 días. “Les damos a nuestros clientes la actualización de la información casi de manera inmediata, los accesos a nuestra web traen información de ultimas noticias que se difunden a través de nuestra base de datos, el cliente la puede consultar desde cualquier dispositivo; esa actualización va a ser plasmada luego en nuestras enciclopedias en papel”.
 
Su mecanismo de “hibridez” está en 90% de sus obras; todas incluyen un CD con el PDF para que los consumidores puedan consultar la información y el contenido de la obra en sus dispositivos electrónicos y móviles; pero además casi todas tienen acceso a su portal durante dos años. “Posteriormente si se quiere seguir teniendo acceso a ese portal, lo único que nosotros pedimos es que sigan consumiendo nuestros productos”.
 
Armando Canto, por su parte, señala que desde que inició la revolución digital han hecho cambios al formato. “Pasamos de contar exclusivamente con el formato impreso a la inclusión de la información en CDROM y luego al DVDROM, y aprovechando la enorme capacidad de este formato, se incorporaron paulatinamente elementos multimedia como las fotografías, esquemas y mapas, además de elementos más visuales y atractivos, como animaciones creadas ex profeso, videos, fragmentos de audio e interactividades, que además de hacer el material más atractivo y lúdico, ofrecen una didáctica más activa que permite que, principalmente los usuarios jóvenes, se identifiquen con el contenido ya que ellos mismos lo administran y utilizan según lo requieran. También se incluye una vasta selección de sitios seguros en Internet, con lo que se amplía la posibilidad de aprender sin los riesgos inherentes a la navegación abierta en la red”, señala.
 
Humberto Musacchio concluye que la razón del éxito de la venta de enciclopedias entre el publico menos leído y menos pudiente es precisamente su aislamiento y una manera de romper ese aislamiento es tener a la mano una enciclopedia que es un instrumento sobre todo para los hijos.

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